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martes, 6 de enero de 2009
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VIII
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Francisco se había recostado en su habitación. Sentía una extraña, pero explicable melancolía, se había sorprendido de principio, pues solo fueron pocas horas, un pasaje fugaz en su vida; pero esa mujer:
- ¡qué mujer!- como diría él, era impactante, tenía una cosa mística que lo seducía… Cristina, así como vino se fue, que se le iba a hacer.
Cerró sus ojos y escuchó cómo los gorriones cantaban, qué sensación aquella, estaba en casa, en su casa al fin. Entonces se vio en un inmenso mar azul, él era una especie de pececillo nadando contra la gran corriente y los peces que iban en dirección contraria a la suya, ¡eran muchos!, pero él seguía adelante como si lo esperara algún premio. Fue ahí cuando la masa de peces que nadaba hacia él se incrementó. Lo comenzaron a apretujar, chocaban unos con otros, era tan reducido el espacio en el que se encontraba que ni siquiera el agua podía sentir, solo escamosos y gelatinosos cuerpos rozando con el suyo, qué sensación más asquerosa aquella. De repente el tránsito se paró y una oleada de agua los empujó con tal fuerza que muchos salieron volando por los aires cayendo en otras aguas, algunos se quedaron donde estaban, otros, como era su caso, cayeron en tierra sintiendo que se ahogaba fuera de su hábitat despertó, transpirado y agitado, pero más le sorprendió que al abrir sus ojos siguiera todo negro y esa sensación de ahogamiento más real que nunca – debo estar soñando aun- pensó, pero algo le decía que no, en ese momento abrió la boca para tratar de aspirar algo de oxigeno y solo se encontró con espuma recubierta en tela, supo de inmediato que era su almohada:
- ¿qué pasa?- se preguntó, sabía que el tiempo se le agotaba y que momentos para
interrogantes habría después, cuando se sacara ese cojín de la cara podría saber qué pasó. Se llevó las manos a la almohada y se encontró con unas delicadas manos que presionaban, las trato de sacar del cojín, pero resultó en vano, entonces quiso encontrar la cara del que ahora era su opresor en otras circunstancias se hubiese maravillado por la suavidad de aquel rostro, pero en ese momento solo lo comenzó a presionar para atrás, buscaba los ojos no le importaba quien fuera, solo quería sacárselo de encima. En eso momento los halló. Dos cuencas poco marcadas, las oprimió con sus pulgares, hasta sentir algo como mucoso, su victimario no profirió siquiera un gemido, solo se llevó las manos a la cara dejando a Francisco libre al fin.
Lo primero que hizo fue sacarse la almohada de la cara, enderezarse en su cama y aspirar una gran bocanada de aire, se veía desconcertado como en sueños aún. Cuando ya se calmó y reestableció su normal pulso (que le tomó alrededor de 30 segundos) miró a su derecha, estaba su hermana, con las manos en la cara. La miraba perplejo, no pudo relacionar el hecho recién ocurrido con su hermana, su inocente hermana. De pronto los labios de ella se movieron lenta, pero decididamente dejando escapar un sonido apenas audible, sonido que Francisco ya reconocía, sonido que formaba palabras… palabras antes escuchadas. Se puso blanco como el papel, negó a hacerle caso a su mente:
- ¡no Sofía, por favor, no!- dijo en un apagado gemido. Entonces la joven con las manos aún es la cara repitió con mayor vehemencia hasta que el sonido se hizo entendible.
- Orbis…terrarum cadere… Propter… maleficium nostrum… gen- estaba como en trance, era otra voz la que hablaba por ella. A Francisco en tanto el rostro se le habia transformado en una mueca terrible, su semblante adoptaba colores de dolor y drama.
- Sofía no!, cállate ya!- comenzó a gritar de desesperación, no sabía que hacer, solo atinaba a retroceder mientras la mujer repetía la frase
– Cristina….- su voz se entrecortó y su mirada se sombreó, debía salir de esa casa endemoniada y buscar a Cristina, ella siempre sabía que hacer, solo debía saber dónde estaba, si es que estaba aún. |
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posted by ...ImportaRealmente?
11:37
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Ella es
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