Mis fantasias en papel

 

 

 
lunes, 7 de enero de 2008
VI
Ya doblaban por Hugo Bravo, Cristina iba rígida frente al volante, pero poco a poco comenzaba a recobrar su color normal. Francisco iba atrás con Vicente y Killer que dormía placidamente, miraba ya sin tanto asombro que la imagen del Mc Donald se repetía aquí también: unos contra otros peleándose por las cosas más pequeñas. Solo quería llegar y estrechar a su hermana, solo esperaba que siguiera normal, que lo miraba con esos ojos bondadosos y esa blanca dentadura que siempre aparecía cuando el cruzaba el umbral de la puerta, pero mas que algo seguro eso era un sueño, un deseo. Muy dentro de el sabia que no seria esa la escena. Sintió miedo e intriga… ¿Qué pasa?:

-¿ocurre algo Francisco?- Cristina nunca fue muy amiga del silencio, la perturbaba, o mas que eso, la atemorizaba- vas tan callado y reflexivo- dijo mientras miraba por el espejo retrovisor.
-no, nada…sólo pensaba idioteces- respondió forzando una sonrisa.
-ajám, esta bien- después de todo adivinaba lo que pasaba por esa cabeza y sabia lo que significaba esa mirada, ella también tenia la misma interrogante, todo había cambiado tan rápido, hasta su percepción de insensatez y cordura.
Estaban en la esquina de Hugo bravo justo donde se encontraba esa carnicería, la cual cristina había visto inaugurarse hace unos cuantos años atrás.
Iba a unos 60 Km/hr como lo dictaban las leyes del transito. Mas adelante una anciana cruzaba a un lento paso apoyada de su “burrito”. Cristina disminuyo la velocidad y la anciana se lo agradeció con un asentimiento, la primera le devolvió el asentimiento.
Un zumbido se iba acrecentando en la mente de cristina mientras la senil señora pasaba ya la mitad de la calle, en eso una melodía setentera comenzó a sonar muy fuerte. Cristina miro por el espejo retrovisor y vio un punto que venia a toda velocidad. A medida que se acercaba pudo escuchar mejor ese tema que no se acrecentaba solo en su mente, un “born to be wiiiiiiild…..” esa canción emblema de Steppenwolf y la forma de la moto, era una Honda enduro GL 2.5, sobre ella venia una figura delgada con unos jeans ajustados color cielo, unas botas de tacón negro con una chaqueta de cuero desgastado y de su casco sobresalía una oscura cabellera. La radio futuro a todo dar y la melodía que ascendía de volumen. Tal vez la anciana padecía de sordera y no escuchó el rugiente sonido de la moto:
-mira, esa tipa no tiene intenciones de frenar- dijo Francisco que estaba volteado en 180º sobre si, mirando por el parabrisas trasero.
-lo sé- fue lo único que articulo Cristina y como en una suerte de deja vú vio pasar muchas imágenes por su cabeza: la moto cada vez mas rápido, la anciana que no se apartaba del camino, la motociclista utilizando a la abuela como rampa, la anciana saliendo disparada por los aires, la motociclista que ni siquiera se inmutaba, el burrito aun en el paso de cebra, la señora ya sin vida a un costado mas adelante, los gritos de la gente y Francisco…
-¡Cristina!...¡Cristina!- grito mientras la trataba de despertar- ¡toma a Vicente! ¿Quieres?
-pero… ¿Qué fue lo que ocurrió?-respondió ella con un hilito de voz mientras tomaba a Vicente.
Francisco salio del auto y corrió a toda velocidad al lugar donde estaba la anciana y lo primero que hizo cuando ya estuvo a su lado fue fijarle sus dedos a la yugular, un débil pulso aun se asomaba temeroso que se apagaba con el pasar de los segundos:
-¡señora! Por favor resista- casi entraba en un ataque de histeria. En eso la anciana abrió sus ojos de par en par fijándolos en el cielo recitando una frase en lengua madre que Francisco nunca más olvido:
-orbis terrarum cadere propter maleficium nostrum gen…
Y concluido esto cerro sus ojos de nuevo, internándose en el descanso eterno.
Francisco tenia una mezcla de sentimientos: rabia, impotencia, temor, intriga, curiosidad… todo era tan torcido, como si una mente malévola manejara las piezas para su entretención.
Volvió al auto un tanto deshecho. Cristina ya había comprendido la escena:
-no lo soporto ¿verdad?- pregunto mientras le pasaba a Vicente.
-no…- corroboro el con la cabeza gacha. Cristina le puso la yema de su dedo índice bajo el mentón y le levanto la vista para que se encontrara con la suya:
-Tranquilo, deja de darle vueltas a todo esto –suspiro- si debemos saber algo lo sabremos, pero a su tiempo, después de todo aun somos “normales” ¿no?... todo estará bien…- ella odiaba tanto esa frase, era tan superflua y fría… “todo estará bien” en que se basaba, pero en ese momento nada mas se le ocurrió.
-solo quiero ver a mi hermana, igual que siempre- y volvió a agachar la vista, una que otra lagrima se le debe haber escapado, bien lo sabia Cristina, pero para mantener intacto el orgullo masculino simplemente lo obvio.

Ahora doblaban por longitudinal, unos metros más adelante se encontraron con un pequeño pasaje que en su esquina tenía una pizzería:
-esto era una zapatería- dijo cristina exhalando un suspiro- adoraba el olor a pasta de zapato y neoprén.
Francisco sonrió levemente, salio del auto y se dispuso a abrir la reja que separaba longitudinal del pasaje. Corrió la reja hacia el otro extremo y volvió al auto:
-vamos ya- confirmó y Cristina pudo percibir que las manos de francisco temblaban un tanto.
-de acuerdo, y tranquilízate quieres- dijo con tono afable, sabiendo que seria imposible, después de todo era la única persona con la cual tenia nexos familiares cercanos.

Llegaron a una modesta casita color ocre. Tenía un pequeño jardín adornado con rosas, camelias y otras cuantas flores más, el toque femenino era más que evidente. La reja era como de 1.50 metros, color negro con puntas en lo alto de esta.
Estaban parados frente a la puerta donde había un citófono. Cristina lo quiso tocar, pero francisco le estaba pasando a Vicente mientras asomaba un manojo de llaves. Ella tomo al pequeño con fuerza mientras Killer jugaba hiperventiladamente. Francisco encontró al fin la llave que hubiese relucido de haber estado soleado, la introdujo en la cerradura y un “tacatactac” hizo que la puerta se abriera al fin. El primero que entró fue killer quien se puso a correr con una felicidad por todo el jardín, Cristina lo miraba divertida mientras Francisco abría ahora la puerta principal. Otro “tacatactac” abrió esta puerta ahora y de nuevo fue el can quien entro primero.
La casa tenia un aspecto terrorífico. Se encontraban en el living, había un par de sillones y una mesita de centro con esos típicos pañitos hechos a crochet. Había uno que otro mueble que lucia portarretratos donde aparecían francisco y una joven muy atractiva que claramente era su hermana, los rasgos faciales eran muy parecidos.
Las cortinas estaban cerradas, eran oscuras, creando un ambiente sombrío y helado; entre estas cortinas se hacia un pequeño espacio que dejaba pasar un hilito de luz, era lo único que alumbraba esa habitación. Lo que llamo particularmente la atención de cristina fue el hecho de que los puntitos típicos de polo que quedan al descubierto en ese haz de luz se movieran tan agitadamente:
-Sofía…- dijo al fin francisco con la voz temblorosa- ¿Dónde estas?
-sabiduría- susurro para si cristina, siempre le había gustado ese nombre por su significado.
- respóndeme, ¿quieres?- el estaba cada vez mas pálido, ahora avanzaba de habitación en habitación, pero en ninguna estaba. Llegó a la cocina y en el lavaplatos había un repollo a medio cortar, el cuchillo no se encontraba lo que alerto a francisco y por poco lo hace desfallecer. Cristina no comprendía muy bien lo que pasaba y por que francisco se había puesto tan pálido de repente.
El solo cavilaba, había una habitación que no había registrado, esa maldita pieza que había dejado para el final con la esperanza de encontrar a su hermana antes.
Salio de la cocina a paso presuroso, cristina se sumo al instante:
-¿Dónde vas?- pregunto cristina a las espaldas de el.
-al único lugar donde no hemos buscado- respondió con voz tosca. Paró en seco y frente a el se erguía una puerta café un tanto descuidada que desencajaba con la fisonomía del lugar. Puso su mano rodeando la manilla, la intento girar en un acto torpe sin lograr resultados, las palmas le transpiraban de sobremanera:
-arg!- refunfuño irritado mientras se secaba las palmas en su pantalón. En eso cristina tomaba la manija y la giraba con extrema rapidez
-¡que haces!- replico francisco aun mas pálido y tembloroso.
-lo que tú no pudiste- contesto ella con tono relajado y decidido. la miro de soslayo un poco molesto al tiempo que empujaba tímidamente la puerta hacia atrás, delante de ellos se asomaba una escalera alumbrada por la luz proveniente tal vez de abajo:
-oh cielos… la luz…- dijo el mientras tragaba su ahora espesa saliva.
-¡baja ya! ¿Quieres?- la voz de cristina denotaba inquietud- la incertidumbre me mata y a ti también, que pase lo que el destino quiera…
-¿crees en el destino?- sonaba sereno, parecía como en trance.
-si, ¿y tu?- respondió casi por inercia.
-creo que comenzare a creer en el, después de todo no “porque si” nos hemos encontrado y ha pasado todo lo que ha pasado.
-así es, las cosas nunca son por mera casualidad.
- que sea lo que el destino quiera…- se dijo para si mismo.
Comenzaron a bajar los escalones, y por cada uno que pisaban la vieja madera rechinaba y crujía con un sonido perturbador que solo francisco percibía, pues cristina, como siempre, se preocupaba del entorno, del espeso aire, de pequeñeces que nadie se fijaría. Vicente bostezaba y cerraba sus ojitos. Killer había quedado arriba recorriendo todas las piezas, curiosamente.
Ya iban llegando a los últimos escalones, y solo se escuchaban unos gemidos esporádicos que resonaban amplificados en la mente de el. Quiso agilizar el paso, pero en vez de eso se detuvo. Cristina que venia distraída choco con su espalda:
-¿Qué te pasa?- dijo sobandose la frente con la mano que tenia libre.
- no estoy seguro de que quiera saber lo que hay abajo- el tono era débil e infantil. Cristina vio en su rostro la expresión de un infante que le teme a la oscuridad. Le dio un empujoncito fraternal, delicado y severo, de esas palmaditas especiales que solo cristina podía dar:
-si quieres voy adelante, para amenizar un poco las cosas…- en un acto mecánico y sin pensarlo francisco se poso detrás de ella, como escondiéndose del Cuco debajo de las faldas de mama.
Entendió muy bien lo que significaba y avanzo decidida, altanera y rauda. Francisco la llevaba por dos escalones.
En eso ella toco el piso del sótano, sobre su cabeza se mecía la ampolleta que alumbraba esa habitación, frente a ella había un mesón, sobre el una caja de herramientas, todo lo normal, en el suelo había botes de pintura…
Sin embargo hubo algo que incomodo la normalidad de cristina, un olor que había sentido tiempo antes. Intento recordar y cuando lo hizo palideció, miro a su izquierda, tembló por la escena… era sangre, sangre fresca. No se atrevió a proferir ningún sonido. Quiso pensar y no hacer deducciones apresuradas. Busco de donde venia el olor mas fuerte, siguió lentamente con la mirada el rastro rojo oscuro cuando encontró de donde provenía. Ahogo un grito. La escena era escalofriante y tranquilizadora a la vez. No era Sofía la que yacía muerta en el piso, ni siquiera era una mujer, era un hombre de unos 30 años o más, tenía los ojos abiertos y una expresión agria en el rostro pálido. Varias estocadas sobresalían en el pecho y la cabeza, tal vez en la espalda tenia más, sin duda su agresor era un sanguinario o en un arrebato de ira o histeria lo ataco, pues las heridas abiertas parecían hechas por la rabia misma.
Tan asombrada estaba Cristina con el aspecto del cadáver que no pudo ver más su entorno:
-¡¡Sofía!!- grito la voz gélida de francisco-¿Qué hiciste?
Solo ahí cristina salio de su consternación y vio que parada al lado del cuerpo había una chica menuda, de larga cabellera y profundos ojos que ahora estaban vidriosos, sostenía en su mano siniestra un cuchillo, tal vez el mismo con el que había cortado el repollo, con la diferencia que ahora se teñía de muerte. La niña miraba sombría, cabizbaja. Francisco se acerco a ella con precaución:
-oh cielos, ¡eres una de ellos!-gimió tomando potentemente a su hermana de la muñeca, ella se lo sacudió de encima y soltando el arma homicida se llevo las manos a la cara y comenzó a sollozar. Francisco la soltó y se alejo un tanto, impresionado tal vez por la reacción de su hermana. No dijo nada, cristina le paso a Vicente que aun dormía y se dirigió hacia la joven, la estrecho en un abrazo maternal y susurro:
-yo se que tu no eres de ellos… lo veo en tus ojos y en tus sentimientos-dicho esto lanzo una penetrante mirada a francisco, como dándole a conocer lo que pensaba. No se necesitaban mas palabras.
La niña paro de llorar, miro a cristina con la cara mojada y enrojecida, entre sollozos y suspiros dijo:-gracias-
posted by ...ImportaRealmente? 14:09   0 comments
 
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